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“…por encima de todas las cosas…”

 



Nuestra vida cotidiana como sociedad viene mutando a pasos agigantados, en cuanto a enfermedades. Esta pandemia que nos ha tomado de rehenes, nos detiene para que de manera muy urgente, nos replanteemos el día a día.



El covid-19 nos afectó desde varios flancos, al punto de tenernos en jaque permanente, mientras las estrategias se agotan al igual que la voluntad. En resumen, venimos desgastados con tanto protocolo que nos confronta cotidianamente el querer hacer.

Desde la adaptación a esta realidad, se pone a prueba nuestra sabiduría; las emociones y las ansiedades desbordan la calma y el sentido común, muchas veces. Por ende, surgen decisiones tomadas desde un pensamiento vulnerable a las circunstancias, sin tener en cuenta lo saludable de la problematización. Desde ahí, señorea el ya potenciado desorden que no para de señalar nuestras debilidades.

El gran escenario viene en proceso acelerado de transformación, desde donde emergen indefinidos, otras formas y otros colores, profetizados a surcar por cielos apocalípticos.

En medio de todo esto, el consumo desmedido de los placeres; que ya era pandemia antes, pero que a diferencia de la que hoy es la vedette, se mimetizó precisamente con el exceso de todo aquello que nos gusta. Se entreveró en el pensamiento que reconoce al placer como bien merecido, así fue captando y sentenciando muchedumbres de adeptos, que luego son condenados y convertidos en legiones de adictos.

Para la adicción no hay vacuna ni antídoto que algún laboratorio pueda fabricar. Ningún país, ninguna nación negociará la solución para esta enfermedad; no existe nada externo que se inyecte o que se tome para sanar de este mal.

La única salida tiene un comienzo desde lo interior, desde la raíz misma del problema. La solución es simplemente un cambio que empieza y que termina en el pensamiento; una simple decisión para un camino que no es fácil de recorrer, no hay otra opción.

La decisión es a tiempo. Es cuando se cree en la necesidad de un cambio total, no es a medias. No es un cambio puntual, es una transformación integral de la vida misma. Es una nueva y sana forma de pensarse. Solo de esta manera se puede considerar el inicio de la recuperación.

La recuperación debe tener el número uno en el orden de prioridades, por encima de todas las cosas. Mucho antes que todo y mucho más que cualquier persona.

 

“…ante todo cuida tus pensamientos, porque ellos controlan tu vida” (Proverbios 4;23)

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