Decidir llevar adelante una vida siguiendo a Cristo va mucho más allá de la salvación establecida por la promesa de la palabra de Dios. Una cosa es declarar a viva voz en clásico ritual religioso, aceptando a Jesús desde un corazón dispuesto y otra cosa es, el entendimiento y el compromiso que nos demanda este cambio, orientado a una elección de vida totalmente opuesta a la que veníamos viviendo. Lo que entendemos por salvación, exige la inmediata ruptura –recurrente y permanente- con aquella, nuestra naturaleza; la que en principio encontrábamos atractiva, práctica y habitual, aún sabiendo de las consecuencias que luego soportábamos en nombre del placer o del deseo personal, por sobre todas las cosas. Por lo tanto, el haber sido esquivos a una sana doctrina, nos vuelve a colocar en el lugar desde donde se vuelve a andar, esta vez bajo una normativa distinta que primero habrá sido avalada desde el pensamiento, causalmente distinto también. Asumir las causas que nos llevar...
entre el adoquín y el asfalto andan los pasos que se esconden del tiempo, igual que las palabras escritas que ya no mueren y que sobreviven al olvido de la memoria