Cuando Julián volvió a pedir ayuda para internarse otra vez en la chacra, lo estaba haciendo por tercera vez desde su primer intento de rehabilitación. Había sido siempre igual hasta entonces; consumo desmedido y problemático, internación, recuperación de unos meses y otra vez a la calle con su ilusión de que ya podía solo. Lo distinto esta vez, es que había tenido un pasaje por la cárcel de cuatro años y medio, donde ya había perdido el vínculo con su esposa e hija, además de no tener una buena relación con su padre y hermanas, en carrera de distintos consumos, todos ellos. Lo cierto es que esta vez “ iba a ser distinto” , según decía él. Siempre es distinto y conveniente, desde el pensamiento mágico de un adicto; como por ejemplo, seguir creyendo -a los pocos días donde se comienza a ver la recuperación- que aún puede controlar el tiempo de la misma. Un autoengaño característico en la adicción, que si no se interviene de forma integral, es seguro que se vuelva a repeti
entre el adoquín y el asfalto andan los pasos que se esconden del tiempo, igual que las palabras escritas que ya no mueren y que sobreviven al olvido de la memoria